Conviértete en CEO de tu mente (1ª parte)
Para ser buen CEO por fuera primero hay que serlo por dentro.
Como este tema tiene miga, te lo voy a contar en dos días. Hoy hablamos del por qué aspirar a CEO y mañana te cuento lo que te va a costar. Porque ya te habrás enterado de que, por mucho que nos duela, todo lo que vale en esta vida tiene un precio. ¿Empezamos?
La diferencia entre ser CEO y empleado
¿Cuántas veces te has sentado en la silla a procrastinar en lugar de terminar tu business plan? ¿Cuántas veces has dejado tu pitch a medias por ese correo inoportuno? ¿Cuántas veces tus problemas de tesorería se han sentado a la mesa con tu familia? Mejor, no llevar la cuenta…
Nuestros pensamientos son como jefes machacones y desorganizados. Aparecen de sopetón y logran que lo abandonemos todo. ¿Qué nos pillan comiendo o en fin de semana? ¡Qué más da! Nosotros les seguimos el juego como si no hubiera otro remedio.
Pero lo hay. Lo que pasa es que no es un remedio fácil, ni cómodo, ni rápido. El remedio es aprender a dirigir nuestros pensamientos. Es dejar de ser empleados de nuestra mente y pasar a tomar las riendas. Es asumir el rol de CEO.
¿Y cómo lo hacemos?
Con la meditación. La meditación nos ayuda a conocer nuestra mente, primero, y a dirigirla, después.
Cuando empiezas a meditar te das cuenta de que tu mente es como un mono. Va saltando de rama en rama: un recuerdo, una culpa, una preocupación, la lista de tareas inacabadas, los miedos, las inseguridades, etc. No para quieta.
Este mono saltarín nos aleja del presente porque sus lugares preferidos son dos: el pasado (le encanta perderse en asuntos que ya no tienen solución) y el futuro (siempre está pendiente de nuevos miedos y preocupaciones que pueden estar por llegar).
Con la meditación enseñamos a nuestra mente a disfrutar del único lugar que existe de verdad: el presente.
La técnica de la respiración
En la práctica más extendida que es la meditación de la respiración, enfocamos nuestra atención en cómo el aire entra y sale de nuestro cuerpo. Cuando un pensamiento aparece, lo detectamos y volvemos a nuestro foco: la respiración. Así entrenamos dos habilidades: detectar la distracción y volver al presente.
Observas tu mente desde la butaca de un cine
Con el tiempo, aprendes a observar tu mente desde la butaca de un cine. Ves cómo se dispersa. Lo cabezota o melodramática que puede llegar a ser. Te das cuenta de que lo que estás viendo es solo una proyección de la realidad. Una película grabada desde un único ángulo: el tuyo. Una película incompleta.
Y al observar con ojos de espectador, empiezas a percibir nuevos detalles:
Siempre con la misma cantinela: Yo, yo y yo. - Pones tu ego a raya.
¿Y qué ocurre con el resto de personajes de la historia? - Cultivas interés hacia los demás: empatía.
Entonces, si lo que veo es una parte minúscula de la realidad… ¡Qué poco sé! - Desarrollas humildad y apertura.
¿Por qué dedico mi tiempo a algo tan superficial o insignificante? - Te das cuenta de comportamientos que no te favorecen. Los cambias.
Anda, si no tengo por qué tragarme veinte veces el drama de “Yo y mis problemas”. Se puede parar… ¡Maravilla! Sufres menos!!
Fortaleces el músculo del foco
Con la meditación desarrollas la capacidad de dirigir tus pensamientos: el foco. Una habilidad esencial en el emprendimiento y que te puede ayudar también en muchos otros aspectos de la vida como me ha pasado a mí…
Ahora escucho sin las interferencias de mis propios pensamientos.
Soy más innovadora porque en mi mente he ganado espacio para la creatividad.
Meto menos la pata porque observo mis pensamientos antes de dejarlos salir.
El tiempo me cunde más porque veo venir las distracciones desde la distancia.
Pierdo menos móviles, documentos y carteras (si eres despistado, como yo, ¡no hay mejor remedio para evitar olvidos!)
Y esto es solo un pequeño resumen de todo lo bueno que me ha traído a mí la meditación. Pero la mente de cada uno es un mundo y es posible que a ti te traiga un regalo diferente.
Ahora te estarás preguntando: si la meditación es tan maravillosa, ¿por qué son poquitos los que meditan y muchos más los que no? La respuesta es que para tener éxito en cualquier ámbito de la vida hay que pagar un peaje (eso tú lo sabes mejor que nadie). Y en el caso de la meditación, no es hasta que lo has pagado cuando te das cuenta de que ese peaje se te devuelve multiplicado por cien.
Si este tema te provoca curiosidad, ¡mañana seguimos!
Founder y CEO de Akomodo