Conviértete en CEO de tu mente (2ª parte)
Para ser buen CEO por fuera primero hay que serlo por dentro.
Lo que vale cuesta
Ayer hablamos de por qué dejar de ser meros empleados de nuestra mente y empezar a asumir el control. Hablamos de cómo la meditación nos ayuda a ver las cosas con la perspectiva del que está sentado en la butaca de un cine y a desarrollar el músculo del foco para sortear las distracciones de nuestro día a día (si te lo perdiste, todavía estás a tiempo de leerlo aquí).
Pero eso solo era la punta del iceberg. Hoy te quiero hablar de cuál es el precio del éxito, de las dificultades que te vas a encontrar por el camino. Porque si piensas que te va a salir gratis, seguramente salgas con los bolsillos vacíos y a la mínima te lleves un chasco y te des media vuelta… ¡Tratemos de evitarlo!
Lo difícil es estarse quietecitos
A las personas nos gusta muy poco o nada quedarnos quietos. Incluso aunque la alternativa sea dolorosa. Tanto como una descarga eléctrica…
Al menos así lo demostraron en 2014 en la Universidad de Virginia el Dr. Wilson y su equipo. Hicieron un experimento con personas que habían dicho previamente que pagarían con tal de evitar recibir una descarga eléctrica. Pues bien, el experimento consistía en dejarlos a solas 15 minutos en una habitación vacía donde solo había un dispositivo que producía una descarga al presionar un botón. ¿Adivina cuántos pulsaron el botón y recibieron un calambrazo con tal de no estar 15 minutos en soledad sin hacer nada?: ¡El 43%! .
Vale, no fueron todos, pero imagina cómo sube el porcentaje en la vida real, sin calambres de por medio…
Como dijo Pascal: “Toda la desgracia de los hombres proviene de una sola cosa: no saber permanecer en reposo en una habitación”.
Pero esa dificultad para aguantar sentaditos sin hacer nada tiene solución. La que yo he encontrado es ir a un grupo de meditación semanal. Porque si te cuesta aguantar en el cojín, no hay mejor entrenamiento que ir a un lugar donde durante una hora “esté feo” levantarse del cojín.
Esto ni mucho menos quiere decir que siempre tengas que meditar acompañado, lo suyo es que en tu día a día lo hagas a solas. Lo que te da el grupo es motivación y herramientas para seguir avanzando en el camino por tu cuenta.
Meditar puede resultar estresante
Es muy posible que cuando te hayas sentado por primera vez a meditar esperases encontrar paz y relajación. Pero, ¡sorpresa! te encuentras todo lo contrario.
Ves por primera vez al mono incontrolable de tu mente dando brincos sin ton ni son. Ves cómo se las ingenia para que lo sigas y te olvides por completo de que estás meditando…
Ves la facilidad con la que te lleva del salón de tu casa a esa reunión con tu inversor que no es hasta dentro de dos semanas, acaparando toda tu atención. Hasta que, en algún momento de lucidez, caes en la cuenta de que tu mente te ha hecho la tres-catorce. Y como si te hubieras dado un golpetazo en la cabeza, no eres capaz de recordar el cuándo ni el cómo has acabado en aquella sala rodeado de inversores.
¿Relajante esto? Lo debo estar haciendo fatal, piensas. Sin darte cuenta de que lo que estás haciendo ya es meditar, porque es el objetivo lo que te lo habían contado mal.
Con meditar no buscamos relajarnos, buscamos terminar con esa amnesia que hace que no nos acordemos de cosas que acabamos de hacer hace tan solo unos minutos; como si hemos cerrado la puerta del coche o nos hemos dejado la vitro encendida, y terminar con esa dispersión que hace que pasemos por alto lo importante; como caer en la cuenta de que tu amigo del alma está pasando una mala racha y te necesita, o reparar en las señales que te indican que, o te pones las pilas, o ese cliente tan crítico para tu negocio va a dejar de serlo.
Buscamos estar conscientes.
Si no somos conscientes de dónde está nuestra mente, no podemos traerla de vuelta al presente. Si no podemos traerla de vuelta al presente, no podemos ver lo que está pasando a nuestro alrededor. Y si no podemos ver lo que está pasando a nuestro alrededor, ¿cómo vamos a mejorarlo?
Lo que vale cuesta y meditar vale millones
Como todo lo que nos hace avanzar en la vida, meditar requiere de esfuerzo y tesón. Los resultados se hacen un poco de rogar, pero cuando llegan nos sorprenden y superan todas nuestras expectativas.
Si aún no has asumido el rol de CEO de tu mente, ¿a qué esperas?
Founder y CEO de Akomodo