David Snowdon encontró una oportunidad única para investigar sobre el envejecimiento cerebral: un convento de monjas católicas en Minnesota. 678 monjas ofrecieron sus cerebros al científico. Desde 1986, el grupo de Snowdon, se dedicó a estudiar el comportamiento y las facultades cognitivas de las monjas mientras estaban en vida y, después de muertas, analizaban el estado de sus encéfalos. Lo que se encontró en el “Nun Study” cambió para siempre la manera que tenemos de entender la relación entre el cerebro y la mente.
Sister Mary murió a los 101 años. Sus pruebas cognitivas mostraban unos valores extraordinariamente altos. Pero su cerebro mostraba signos evidentes de Alzheimer. Nunca había mostrado síntomas de la enfermedad en vida. Sister Mary seguía llevando a cabo sus tareas diarias, enseñando y viviendo su vida normalmente. ¿Cómo pudo Mary vivir sin síntomas de Alzheimer con un cerebro plagado de placas beta-amiloide? ¿Podría haber algún factor que le permitiera resistir los efectos de la enfermedad?
Sister Mary llevaba una vida ordenada, como cabría de esperar de una monja: mantenía una dieta sencilla, realizaba ejercicios físicos diarios y, quizás lo más importante, mantenía una vida social y mentalmente activa. Los investigadores, además, tuvieron acceso a los escritos diarios de las monjas. Autobiografías que atestiguaban la historia de sus vidas. Encontraron una sorprendente correlación entre la longevidad y ciertos aspectos de estas autobiografías. Cuantas más frases positivas se utilizaban en las autobiografías, más larga tendía a ser la vida de las monjas. Y al contrario, cuanto menos positividad había en la escritura, mayor era la tasa de mortalidad. La oscuridad en las palabras parecía presagiar “un cuerpo propenso a la enfermedad”.
Cambiando de tema: llevo unas semanas con una lesión de cadera. Nada grave, pero lo suficientemente dolorosa como para tener que guardar reposo. Para un corredor, dejar de correr, es jodido. Algo tan físico y concreto como una bursitis, tiene una repercusión psicológica evidente: los primeros días de la lesión tenía que luchar con la sensación depresiva de la falta de movimiento. Sin embargo, un día me puse el bañador y fui cojeando a la piscina. Empecé por unos largos suaves, y he de decir, que en estas semanas he disfrutado mucho de aprender a moverme en el agua.
Si me quedara estancado en mi identidad de corredor, hoy sería menos feliz. En las 6 semanas que llevo que con el asunto de la cadera, hubiera disminuido mi forma física. Y si la lesión se hubiera demorado meses, a lo mejor hubiera perdido el hábito de hacer ejercicio físico. La diversidad y la adaptación es determinante. Y me parece la mejor forma de explicar qué es la reserva cognitiva: el secreto de Sister Mary.
Se sabe que las personas con más reserva cognitiva están más protegidos contra el Alzheimer. La reserva cognitiva se asocia normalmente al nivel de estudios, al cultivo intelectual o al ocio activo. La dieta, el ejercicio físico e incluso el café también son grandes protectores del Alzheimer. Y esto es más importante de lo que crees. Según un artículo en Lancet Public Health, se prevé que los casos de Alzheimer podrían triplicarse para el 2050, a menos que logremos encontrar una cura. En el mismo informe proponen que el 40% de los casos se podría evitar con un estilo de vida saludable.
Pero para entender en profundidad la reserva cognitiva tenemos que incluir el concepto de diversidad. La diversidad de ejercicio físico me hace desarrollar formas de movimiento que mantienen en forma al cuerpo y lo dotan de una mayor habilidad de adaptación en diferentes circunstancias. Ante una circunstancia adversa (como la lesión de cadera), la diversidad me proporciona una nuevas vías de mantener mi equilibrio. Así mismo, la diversidad cognitiva se relaciona con la diversidad de caminos que utilizamos para conocer el mundo. Tengo un colega que utiliza su gran conocimiento sobre el futbol para entender cuestiones políticas o filosóficas profundas. Leer a grandes autores puede ser un acto revitalizante. Aprender a programar o a fabricar tu propia cerveza, ante todo es una forma de mantener viva la llama del asombro. Pues se trata de estar despierto. De hacer que el cerebro sea, con el paso del tiempo, un ecosistema profundo y e intrincado.
Gustavo Díex
Director de Investigación en Ancla
Director del Instituto Nirakara
Me identifico con el proceso de la lesión, la necesidad de parar y la busqueda de alternativas. Me pasó hace dos años y fue duro. También soy corredor. Lo traté de sortear con bicicleta y en gimnasio con elíptica. También con caminatas rapidas. Fue esencial mantener la ilusión y hacer ejercicio aeróbico. Siento deberle mucho a la carrera a pie. Hoy estoy bien. Pero se que un dia ya no podre correr, quiza por la edad o por una lesión grave. Confío para ese momento en que cualquier alternativa aerobica y la meditación me puedan ayudar.
Que buen post! Gracias por compartirlo.