Mi Montaña de Expectativas
Justo este mes de Diciembre hace 20 años que creé mi primera empresa. Aunque me considero un emprendedor con cierta experiencia lidiando con algún éxito y muchos fracasos, hay algo que todavía hoy, debo gestionar cada día: mi miedo a no satisfacer Mi Montaña de Expectativas.
Todo empieza el día que, para atraer equipo e inversores, tienes que vender una primera ronda de expectativas: una idea de la leche, soy un crack que puedo con todo y una historia de éxito, unas fechas de lanzamiento, un plan de negocio de alto crecimiento… Estas personas invierten su tiempo y su dinero, en una apuesta donde el éxito y el fracaso quedan necesariamente ligados al cumplimiento de las mismas.
Este primer montón de expectativas no se ve mermado cuando las cosas van bien. Todo lo contrario. Cuanto más se confirman, más crecen. Los buenos resultados obtenidos cada trimestre están ahí para ser superados en el siguiente. Se levantan rondas adicionales y se incorporan más personas al equipo que quieren subirse a nuestra montaña.
El valor de nuestro negocio es directamente proporcional al crecimiento de la apuesta. Más expectativas, más valor, más éxito. Cada vez mis acciones valen más. Hago partícipe de esta fiesta de expectativas a mi pareja, mi familia y amigos.
Alimentando esta espiral creciente de expectativas están mi sistema de creencias: el éxito de mi carrera está ligado en un 100% a la satisfacción de todas estas expectativas, que además dependen principalmente de mi. Soy 100% responsable y tengo el control. Acabo de cerrar el círculo, porque yo mismo acabo de creerme que esta montaña es real.
Mi señal de aviso, la ansiedad. Esa emoción que no surge de una amenaza real. No tengo un león a punto de morderme el culo, pero mi sistema nervioso simpático y mi amígdala se activan como si lo tuviera. Se apodera poco a poco de mi, alimentada por mi miedo que anticipa un peligro o sufrimiento que podría aparecer en el futuro ¿Y si no cumplimos con el plan prometido? ¿Y si todo lo que hemos creado se viene abajo?¿Qué va a pasar con el dinero de los inversores?¿Qué sucederá con el valor de mis acciones?¿Qué será de mi equipo? Cuanto más alta sea la montaña de expectativas, más posibilidad de no cumplirlas y más miedo que al final se nos impregna en su versión más pegajosa, la ansiedad.
Aprender a lidiar con esto nos ofrece una gran oportunidad de crecimiento como emprendedores. Os recomiendo algunos libros que me han ayudado a desarrollar perspectivas y herramientas para no dejarme aplastar por la montaña. El libro “Poder del Ahora” de Eckhart Tolle me ayudó a comprender la importancia de vivir más en el presente, creando mi propia definición de éxito: disfrutar de la aventura de emprender y vivirla como un camino de crecimiento personal. Títulos escritos por estoicos clásicos como “Meditaciones” de Marco Aurelio y escritores neoestoicos como Ryan Holiday me enseñaron que los problemas no son malos en sí mismos. Es la perspectiva con la que los afrontamos lo que cambia todo. El método Silva de Control Mental me inició en las técnicas de meditación y relajación tan necesarias para mejorar mi capacidad de afrontar de otra manera las dificultades. Si todavía eres un escéptico respecto a cómo las técnicas de mindfulness pueden cambiar tu mente te recomiendo que leas “El Espejo del Cerebro” de Nazareth Castellanos.
Para terminar, quería compartir una actitud que quiero tener muy presente y que me sirve como antídoto ante la montaña porque cada día convierte mi miedo en alegría: Agradecer de verdad la suerte que tengo por estar ahora aquí, vivo, respirando y ser consciente de que soy un privilegiado por poder hacer lo que me gusta: convertir sueños en ideas que inspiren a alguien a hacer las cosas de una manera diferente.