El golf es un deporte único. Mientras que la mayoría de los deportes se juegan en campos y pistas de formato y tamaño estándar, en el golf no hay dos campos iguales y para complicar aún más las cosas, los campos contienen trampas de arena y lagos que actúan como guardianes de los greens. Los golfistas reportan su propio puntaje y el tamaño del objetivo donde debe entrar la bola es infinitamente más pequeño que el campo de juego.
Adicionalmente, existe un sistema de hándicap – una concesión o una ventaja, medida en número de golpes, que se le otorga a cada jugador basada en su destreza. Cuanta más experiencia y destreza tiene el jugador, el juego se torna más exigente y permite tener menos errores.
Como coach ejecutivo me recuerda a la forma en la que muchos de mis clientes encaran el “deporte” de ser emprendedor. El terreno y las condiciones de juego en los que operan cambian con mucha frecuencia. Las metas -en gran medida autoimpuestas por los mismos emprendedores- suelen ser extremadamente exigentes y frecuentemente las sienten como exponencialmente más críticas a medida que avanzan en el desarrollo de sus negocios. Cuando comienzo a trabajar con ellos lo normal es que se sientan más exitosos profesionalmente que cuando lanzaron sus emprendimientos, pero también se sienten más preocupados y con más desafíos para manejar sus tiempos y su equilibrio físico, mental, emocional y espiritual. La sensación de que el margen de error es más pequeño a medida que avanzan les generan miedos y ansiedades que dificultan su toma de decisiones.
Lo que yo llevo observando todos estos años es que más allá del crecimiento exponencial de los desafíos y obligaciones, el emprendedor tiene margen para enfrentarlos con soltura, efectividad, impacto y diversión. Las claves, a mi entender, son estas:
Primero y principal, preguntarnos y analizar en profundidad cómo hemos creado una situación en la que cuanto más avanzamos, más presión sentimos. ¿Nos sucede solo en el ámbito laboral, o transciende a otras áreas de nuestra vida? ¿Se trata de un nuevo patrón de comportamiento o es algo que arrastramos con nosotros desde hace años? ¿Dónde aprendimos ese comportamiento?
Segundo, tomar consciencia de que podemos seguir pensando en grande mientras creamos nuestras propias reglas de juego. ¿A qué me refiero con esto? Si, por ejemplo, creas un juego donde la única forma de “ganar” es hacer crecer tus ventas un X% respecto al año anterior, inconscientemente has creado un juego en el que hay muchas formas de perder y solo una de ganar. Es un juego con muy poca empatía hacia ti mismo. Una forma más justa de plantear el objetivo es, por ejemplo, considerar varias metas intermedias que no sean solo cuantitativas o vinculadas a un objetivo único.
Tercero, darnos la oportunidad de experimentar con las reglas del juego en el que participamos. ¿Qué pasaría si en lugar de acelerar desacelerásemos un poco? Tal vez empezaríamos a ver las oportunidades que no vemos cuando navegamos a altísima velocidad y que se divisan claramente cuando nos movemos a un ritmo distinto. ¿Qué pasaría si para solucionar el próximo desafío sólo pudiésemos restar (en lugar de sumar) tiempo, dinero, energía, y recursos humanos?
¿Con cuánta libertad, creatividad e intrepidez enfrentarías tus desafíos si debido a tu mayor pericia todo se hiciera más simple? ¿Con cuánta soltura te moverías por la vida si hicieras los ajustes necesarios para no participar en el juego de la vida con las reglas del golf?
Saber qué juego estamos jugando, aparte de cómo jugarlo mejor, es crucial para mantener nuestro equilibrio emocional. Mantén tu magia encendida y disfruta del juego.
Alex Schecter
Coach ejecutivo
Me ha encantado, Alex! Qué forma tan sencilla de transmitir algo tan complejo, como es tomar conciencia de que existen unas reglas de juego predeterminadas (muchas veces -autopredeterminadas- esas que hemos interiorizado a lo largo de los años a través de los roles y expectativas socioculturales), en las que ya no disfrutamos. Al revés, nos traen cierto sufrimiento y malestar.
Esa idea de que explicitarlas, conocerlas, es un gran paso para poder, al menos ponerlas en duda y, si es necesario, poder cambiarlas. Cambiarlas para adaptarlas a la persona y permitirle operar en el día a día alcanzando y manteniendo el propio éxito (sostenible, porque yo también voy normalizando ya esos períodos de desaceleración o incluso de decrecimiento estratégico).
Importante, yo también, Alex, creo que ese hoyo debería ser multidimensional, es decir, que no solo atienda a la meta financiera, también tenga en cuenta, por ejemplo, la social, la medioambiental, sin olvidar la individual - ese bienestar que estáis potenciando desde Ancla.
He dicho creo, porque por ejemplo, en España, aun no se ha validado el modelo multidimensional de éxito emprendedor (como ya sí se ha hecho en Alemania y en Polonia por las investigadoras Dominika Wach, Ute Stephan, Marjan, J. Gorgievski y Jürgen Wegge).
Y me ha encantado leer esta edición porque justo, validarlo en España, es uno de mis objetivos de investigación 😊 y veo que es coherente y está alineado con tu visión y los aprendizajes que nos has compartido, muy valiosas y complementarias porque tú trabajas codo con codo con los emprendedores/as. Y las investigaciones sin su pata de 'implicaciones prácticas' se queda coja.
Gracias!!! ☺️