" There’s no such thing as working too hard. There’s just being under-rested"
George Mack
Qué gustoso es el cálido roce de las sábanas en esos días en los que la conciencia despierta con la urgencia acostumbrada hasta que aflora una brizna de recuerdo: ¡hoy es sábado! Y qué gustoso es sonreír con los ojos aún cerrados y darse media vuelta para sentir de nuevo el roce de las sábanas.
En su ensayo sobre la desaparición de los rituales el filósofo Byung-Chul Han propone: "[El descanso] es la esencia de la creación. Por ello nunca hallaremos lo divino mientras subordinemos el descanso al trabajo".1
En la tradición de todas las culturas la esencia de la fiesta, del día festivo, es la tranquilidad. Tranquilidad que hace posible la intensidad vital y la contemplación. La pausa necesaria para detenernos en las cosas que de verdad importan. Sin embargo, en el occidente del siglo XXI hemos permitido que la productividad se adueñe de todo, así consideramos los festivos como mero tiempo libre, como un simple permiso que se nos concede entre trabajo y trabajo, sin otro sentido que el reposo para el aumento productivo. Es más, hoy en día hemos permitido que el rendimiento sea la vara de medir para nuestras vidas. Pensamos que aprovechar el tiempo libre es hacer cosas "productivas" porque si no lo malgastamos: hay que visitar X países, ver estas series, tales obras de teatro… El ocio se ha convertido, también, en una carrera de objetivos.
Según la RAE "Cansar" procede del latin campsāre “doblar un cabo”, “desviarse del camino”. Siguiendo esta acepción "descansar" sería algo así como volver al camino, qué bonito ¿no?. El descanso es una oportunidad para recuperar la ruta que perdemos en nuestra vorágine diaria.
"El trabajo, pertenece a la esfera de lo profano, individualiza y aísla a los hombres, mientras que la fiesta los congrega y los une […] La fiesta es la expresión de una vida rebosante que no aspira a ningún objetivo"
Una comida con amigos, una charla familiar, un paseo en la naturaleza… El descanso son periodos de tiempo que habitar, en los que merece la pena demorarse. Parafraseando al propio Byung-Chul Han el descanso es al tiempo, lo que el hogar es al espacio. Esos instantes que consideramos de verdad nuestros, en los que apetece quedarse sin más objetivo que estar ahí, y así:
Recuperar la conexión con nuestros seres queridos
Sentir el goce sensorial de una buena comida
Dedicarnos al quehacer laborioso de una afición pausada
Contemplar admirados una novela o escuchar con plena atención una intensa melodía
Disfrutar un juego alborozado.
El trabajo, la productividad y los KPIs nos alejan de los momentos en los que la vida resuena con toda su intensidad, nos alejan de nuestros seres queridos, del encuentro social, del sencillo disfrute sin objetivos. Descansar, es por lo tanto, una oportunidad para reconducir nuestra ruta, recuperar esos instantes que se nos van en el día a día, disfrutar del camino antes de que lo hayamos perdido.
Jon Burguera
Han, Byung-Chul. La desaparición de los rituales. 1ª Edición. Barcelona: Herder Editorial, S. L., 2022. p.53
Fantástico, muchas gracias por compartirlo.