Conozco y trato a muchos emprendedores atascados en decisiones que les resultan imposibles de tomar. La más dura es la que supone cerrar la empresa, lo cual es inasumible para ellos. ¿Qué les voy a decir a mis trabajadores, a mis inversores, a mis clientes? ¿Cómo voy a sacar adelante a mi familia? ¿Qué va a pasar con mi reputación? Son algunas de las preguntas sin respuesta que les atormentan y les impiden avanzar.
No te puedes poner el abrigo nuevo encima del viejo.