La clave es la energía. Cuando hablo de energía, hablo en un sentido literal: Toda acción necesita energía. Tu cerebro requiere energía para pensar. Conversar con un colega exige energía. Diseñar un roadmap, dar solución a los problemas diarios o jugar con tu hijo, requiere energía. La energía es limitada. Te levantas con un volumen de energía y te acuestas habiendo vaciado tus reservas. Si duermes de “aquella manera”, te levantas con un volumen de energía reducido. El cerebro, cuya función principal es protegerte, hace que tu estado de ánimo sea “más bajo” del habitual. Lo hace para que no te metas en líos que consumen demasiada energía. Ahorrará energía de aquellas funciones que no son del todo necesarias para tu supervivencia, como la memoria, el pensamiento abstracto, o la regulación de las emociones. Por eso, las discusiones y malos rollos se producen cuando menos energía dispones.
Excelente artículo, Gustavo. Sobre todo en el trabajo intelectual, es difícil ver ese límite de cansancio. A prestar más atención.